Estrella Damm Primavera Sound 2009
Pistoletazo de salida para los festivales de verano, el desequilibrio económico hace temblar los cimientos del planeta, el cúmulo abusivo de festivales del año pasado desaparece este año y el Primavera Sound se llena, se colma, si, de gloria. Ciento setenta y una actuaciones y más de ochenta mil asistentes (un veinte por ciento más que el año pasado), en un año en el que este tipo de eventos está empezando a disiparse. El Primavera pasa orgullosamente de la crisis y alcanza con esta edición su propio record.
Pistoletazo de salida para los festivales de verano, el desequilibrio económico hace temblar los cimientos del planeta, el cúmulo abusivo de festivales del año pasado desaparece este año y el Primavera Sound se llena, se colma, si, de gloria. Ciento setenta y una actuaciones y más de ochenta mil asistentes (un veinte por ciento más que el año pasado), en un año en el que este tipo de eventos está empezando a disiparse. El Primavera pasa orgullosamente de la crisis y alcanza con esta edición su propio record.
Entre Barcelona y San Adrián del Besós, junto al mar se encuentra el Parc del Fòrum, un gran emplazamiento de cemento y césped que albergó la IX edición del festival barcelonés los días 28, 29 y 30 de Mayo.
Coronación de los clásicos, artistas con marca propia como la vaca sagrada canadiense Neil Young o los mitológicos My Bloody Valentine pero también cuna de nuevos talentos. El festival se consolida un año mas como escenario perfecto para nuevas bandas.
Entre el público, familias con niños, escasos granos adolescentes y una gran mayoría de melómanos de todas partes. Este año ha destacado una notable presencia extranjera, quizá promovida por la alianza del festival con la web americana Pitchfork (el mejor boletín informativo sobre rock alternativo del mundo, se dice) que tuvo su propio escenario. Y repetidores nacionales que año tras año compran el abono del festival sin ni siquiera saber quien vendrá a tocar.
Coronación de los clásicos, artistas con marca propia como la vaca sagrada canadiense Neil Young o los mitológicos My Bloody Valentine pero también cuna de nuevos talentos. El festival se consolida un año mas como escenario perfecto para nuevas bandas.
Entre el público, familias con niños, escasos granos adolescentes y una gran mayoría de melómanos de todas partes. Este año ha destacado una notable presencia extranjera, quizá promovida por la alianza del festival con la web americana Pitchfork (el mejor boletín informativo sobre rock alternativo del mundo, se dice) que tuvo su propio escenario. Y repetidores nacionales que año tras año compran el abono del festival sin ni siquiera saber quien vendrá a tocar.
Viernes 29: RUIDO AL MAR
En el escenario Rockdelux tocaba la nueva esperanza blanca del pop español, La Bien Querida. Poco pudimos disfrutar de Ana Fernández y su cancionero. Entre su público, que aún faltaban muchos por llegar, se pudo divisar a Fino Oyonarte y Cristina Plaza, miembros del grupo Clovis. A continuación y con fuerte brisa en la cara, The Bats y Spectrum. Pop clásico con toques power-pop brindaron los murciélagos neozelandeses mientras los segundos, restos del naufragio del psicodélico grupo Spacemen 3 con Peter Kember a la cabeza –alias Sonic Boom- recuperó la herencia sonora de su anterior banda haciendo honor a su sobrenombre, a base de infinitos riffs en su Airline. El germen indie de los 90’s The Vaselines, los cuales tenían obsesionado a Kurt Cobain, aparecieron puntuales sobre el escenario. El número de asistentes aumentó notablemente y los veteranos escoceses no rodaron ni con mucha pena ni con mucha gloria, eso sí, cerraron con un You Think You Are a Man provocando grandes alabanzas entre el todavía escaso público. Uno de los platos fuertes, Yo La Tengo en el escenario Estrella Damm, el mítico trío de Nueva Jersey firmaron una de las mejores actuaciones del festival. Diez minutos de distorsión al comienzo y diez minutos de distorsión para terminar entre aplausos con Ira Kaplan, guitarra y vocalista, bailando con su violentada guitarra. Colosal. Después vinieron los franceses Phoenix, una bofetada de aire fresco ya necesaria a esas horas de la noche visto lo que posteriormente vendría. Hicieron bailar a un publico entregado con su pop-dance y nos dejaron hacer las mejores fotos del festival…
Shhh. Tapate los oídos. Puedes seguir. My Bloody Valentine. El big-bang sonoro del festival. El gran momento. A las doce y veinte de la noche, el volumen y la distorsión al máximo, tomaron suyo al público y como si de una gran ola de sonido se tratara, lo empujó al mar embistiendo toda su fuerza cataclísmica contra este. Para unos, están mayores y caen sin control en sus propios excesos, para otros, las vibraciones sonoras recorriendo tu cuerpo son algo maravilloso. El dato, al entrar al recinto daban tapones para los oídos; se dice que My Bloody Valentine eran el motivo, también se dice que más de uno acabó en el otorrino. Mientras tocaban ellos, en el escenario Ray-Ban Vice daba muestra del punk más sideral Jay Reatard, un chico de Memphis poco conocido por aquí. En su haber, canciones guitarreras cercanas a Buzzcocks y Supergrass.
La noche terminó, para algunos, con The Horrors en el escenario Ray Ban Vice, presentando su brillante segundo disco "Primary Colours" (XL Recordings, 2009). Comparando este concierto con el último que dieron en la sala madrileña Moby Dick hace dos años, no hay colores primarios. Fue corto pero lucrativo. Para quien aún aguantara en pie le esperaba el Mozart de la electrónica, Aphex Twin y su sonido marciano.
Jueves 30: ¿JARVIS TÍO BUENO?
La resaca sonora no nos impidió volver al Forum nada más comenzar su actividad, aún con leves pitidos en los oídos nos acercamos al escenario Pitchfork, donde los debutantes Extraperlo daban comienzo al segundo día. Una leve parroquia indie los arropó en todo momento bailando sus sacudidas canciones de aires tropicales. En este mismo escenario, hora y cuarto mas tarde, fue el turno de otros noveles, Crystal Stilts. Post-punk hecho en Brooklyn, envuelto en una aureola de grupos como The Jesus and Mery Chain, The Doors o The Gun Club. Presentaron su primer largo “Alight of Night” (2009, Slumberland Records) y gustaron mucho, el patio no paró de vibrar con cada canción. En esta jornada parece que se pusieron de acuerdo los nuevos hijos del rock para destacar más que los clásicos. Fue el turno de Vivian Girls, tres chicas de Nueva York que están arrasando en la nueva escena con sus redobles de garage y pop con sentido del humor. El toque nacional lo dieron Los Punsetes y Limbo Starr Orquestra. Los primeros ya son bastante conocidos y cuentan en su repertorio con himnos generacionales para el pop español, como Dos Policias o Accidentes. Se salieron en directo. Lo segundo fue un popurrí del sello Limbo Starr donde si cabe destacar algún grupo, fueron los toledanos PAL. Acaban de sacar disco, “Error de Fábrica” (Limbo Starr, 2009), sus riffs envenenados y sus contundentes maniobras en el escenario demuestran firmemente a una auténtica banda de rock que dará que hablar, con guiños a The Clash, Can o el viejo Bo Diddley. Altamente recomendables. Al grupo revelación del momento, los herederos de MBV, The Pains Of Being Pure At Heart, no los llegamos a ver por culpa de la otra parte de Spacemen 3, Spiritualized, pero si que se pudo palpar el llenazo que cobijó su escenario. Este grupo está de moda, no le pierdan la pista. El humor y la satisfacción vinieron de mano de Art Brut, un show sin precedentes donde su front-man, Eddie Argos, no duda en mostrar todo su desparpajo al más puro estilo Jarvis. Era el turno de los británicos. Tras Art Brut, salió al escenario el carismático Jarvis Cocker, ex componente de Pulp. Su punto fuerte: la interpretación. Cada posturita que se marcaba era mejor que la anterior. Los allí presentes nos reímos mucho con él, sobre todo cuando una fan le tiró una bandera que decía “Jarvis tío bueno” y este se envolvió en ella a lo superhéroe. Saint Etienne y Block Party fueron los encargados de cerrar la segunda jornada de festival. Los primeros hicieron enloquecer al público con sus clásicos hits y boas de plumas. Los segundos, sinceramente, son incapaces de rescatar lo que en su día les hizo grandes. Bloc Party, ese grupo de estadios, se limitaron a ser uno más entre tantos en el saco del rock actual británico.
Sábado 30: LA ETERNA BESTIA
Es fabulosa la sensación de viajar en una máquina del tiempo muchas de las veces que cambiamos de un escenario a otro. Con este pensamiento nos fuimos a la cama la noche anterior, fue algo habitual esos días. Empezamos el día con el salto de plomos del escenario donde tocaba Jeremy Jay, susto. El silencio no llegó a los quince minutos y pudo deleitarnos con teclados tele-transportadores de los 80’s y con esos gélidos tarareos suyos que lo caracterizan hoy como el nuevo crooner del romanticismo. En su mismo escenario, tras él, llego el rockabilly de los 50’s. Los jovencísimos Kitty, Daisy and Lewis, los cuales, la noche anterior habían estado regalándonos pastelitos por el cumpleaños de una de sus componentes. ¡Qué majicos!. El escenario elegido para la bestia ya estaba siendo pulido por el rock americano de los legendarios The Jayhawks, tres cuartos de hora y cambio drásticamente de ambiente. El Auditori nos abría sus puertas de par en par para dejarnos embrujar por el clasicismo del majestuoso piano de Michael Nyman y toda su orquesta. Todo un lujo en un mayúsculo y cómodo pabellón.
Llegan las nueve y cuarto del sábado, ni una nota suena en los escenarios Rockdeluxe, ATP, Ray-Ban Vice y Pitchfork. ¿Exigencias del guión de la bestia?, tal vez. En el escenario más grande, el Estrella Damm, empiezan a sonar los primeros acordes de un órgano hammond. Si, señores y señoras, con todos ustedes, Neil Young. Entre el público se pueden ver caras conocidas como nuestra perpetua adolescente Christina Rosenvinge o el cuerpo celeste de Radiohead, Thom Yorke. Las aglomeraciones se empiezan a notar desmesuradamente y es imposible acercarse para tomarle una foto. Ha llegado el momento del festival, Neil Young repasa su repertorio de varios decenios a sus espaldas, Hey hey my my, Cinnamon Gir, Heart of Gold... Se mueve joven, del órgano a la guitarra, recorriendo de un extremo a otro el escenario, parece que el más viejo quiere marcar las pautas a los más jóvenes. Concierto muy emotivo para todos. Y despedida por todo lo alto con una versión de los Beatles, A Day In A Life. El festival puede continuar.
Hay que ver como se lo han montado, nos fuimos a cenar y un enorme abanico culinario colmó todo nuestro apetito. Hablando de música, era el turno de Deerhunter, no los conocíamos por aquí, uno de los descubrimientos del festival, les seguiremos la pista. Había que marcharse cuanto antes hacía el escenario donde había tocado el Sr. Young. Sus compañeros de podium iban a salir a tocar de un momento a otro. A estos les pasa como a Yo La Tengo, llevan toda su vida dando bolos y no se cansan. Suenan frescos como si acabaran de emerger del noise y el post-punk hace dos días. Como si acabaran de salir del cascarón, Sonic Youth, dejaron su sello en el Primavera repasando casi todos los temas de su último disco “The Eternal” (Matador Records, 2009) más sus clásicos. Su fulminante directo demostró su magistral dominio sonoro. No es un grupo corriente, juega en otra liga, si. No con planetas ni asteroides, no, juega directamente con las estrellas. Sólo hay que escuchar su discografía, y repito, su explosivo directo. Sobresaliente. La fiesta no terminaba ahí, aunque podría; el rock garagero tenía lugar a las tres de la mañana con los gamberros Black Lips, y cumplieron. Visto que suspendieron la actuación acústica que tenían que dar en el salón MySpace por la tarde debido a sus vivencias excesivas del viernes, más de uno nos temíamos lo peor, pero no. Aprobaron y con buena nota, garage con toques punk clashicista. La exaltación cuajó en las grandes masas que lo abarrotaban todo tras tres intensos días de festival. Acabamos destrozados, pero lo dicho, mereció la pena. Hay que vivirlo, el año que viene repetimos.