Josephine Baker: La Perla Negra
(versión extendedida del articulo publicado en el nº2 de la revista OTROTIPO)
En el arrabal de la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945), en vísperas del acontecimiento más sangriento de la historia humana, quién iba a imaginar que una célebre bailarina y cantante acabaría siendo una especie de heroína como activa colaboradora de la Resistencia Francesa. Bailarina de cabaret y variedades, cantante, actriz… diva, divísima. Una voz privilegiada e innovadora para el jazz, un contoneo sensual a la hora de bailar y una popularidad que por aquella época levantaba ampollas en el público estadounidense, o al menos en gran parte de éste. La Perla Negra de América había cruzado el charco como una estrella fugaz, inmersa en una travesía colmada de elogios y éxito en Francia y el resto de Europa.
Freda Josephine McDonald, o Josephine Baker tras adoptar como nombre artístico el apellido de su segundo marido, nació en un barrio empobrecido a un lado del río Mississippi en Saint Louis (Missouri, EEUU) el 3 de junio de 1906. Fue hija de una humilde familia de madre lavandera y bailarina, Carrie McDonald, y padre percusionista de jazz, Eddie Carson, que las abandonó cuando Josephine contaba con sólo un año. Eddie era un músico muy vinculado a la noche. Le gustaba llevar a Carrie con él en sus shows en los que actuaban como pareja de baile y canto pero desde que nació Josephine la cosa cambió. Se dice que cuando Eddie dejó a Carrie ésta veía en Josephine a la causante de la pérdida de su marido, lo que provocó que la llevara a vivir a casa de su abuela. Mientras, Carrie McDonald se casó con Arthur Martin, un hombre desempleado con graves problemas económicos, con el que tuvo casi de inmediato un niño y posteriormente dos niñas más.
Joshephine, huérfana de amor de madre y padre, abandonó febrilmente la escuela a edad temprana y se puso a trabajar como niñera y camarera en el club The old Chauffeur’s donde conoció a Willie Wells con el que contrajo matrimonio con tan solo trece años. Poco duró con él y en 1921 volvió a casarse, esta vez con Willie Baker, apropiándose de su apellido antes de pedir el divorcio.
Con dieciocho años se traslada a París como corista de La Revue Negre en el Teatro de los Campos Elíseos, convirtiéndose en la estrella del espectáculo con su baile exótico y su forma de cantar, únicamente acompañada de un cinturón de plátanos envolviéndole la cintura. Su debut en la ciudad de la Torre Eiffel se produjo el 2 de de octubre de 1925. Tres meses le bastaron para conseguir su primer papel en La Folie du Jour del famoso cabaret parisino Folies Bergère (1890-1930), el más fuerte competidor del afamado Moulin Rouge. Periodistas, fotógrafos y público no le quitaban ojo. Se había convertido en el centro de atención de medio mundo en cuestión de meses siendo la mujer mejor pagada de toda Europa y, según se decía, la más fotografiada del mundo. Tenía el don de cautivar tanto por su voz privilegiada como por su sensual cuerpo moreno que semidesnuda lucía de forma extravagante en cada espectáculo. Perla Negra, Venus Negra o Diosa Criolla; nombres que empezaban a sonar en Europa y con los que estaba condenada a hacer historia.
Estuvo a punto de casarse con el dueño de una compañía automovilística, un apuesto caballero francés que enseñó a conducir a Josephine, le regaló un coche y también un lujoso piso en los Campos Elíseos que ella llamó “Palacio de mármol”. La pareja no prosperó al ser para él un impedimento para su matrimonio que ella fuera bailarina y de color. No tardó en encontrar otro pretendiente, un supuesto conde conocido por los cafés de moda de la época en París. Pepito di Albertini le dijo que se llamaba y que era hijo de una rica familia siciliana con negocios en Roma. Le llevaba 17 años, y aún descubriendo Josephine por una amiga la verdadera identidad de Pepito -trabajaba de gigoló en un club de moda y su verdadero nombre era Giuseppe Abatino- siguió con él. A pesar de sus calumnias era real que se desenvolvía con soltura en los negocios y se convirtió en su agente de prensa y gestor de asuntos financieros. Con Pepito –como ella le siguió llamando siempre- Josephine consiguió tener su propio club y protagonizar su primera película “La sirena de los trópicos” (La Sirène des tropiques) en 1927, en la que participaba como ayudante de dirección el célebre director aragonés Luis Buñuel. Esta película no contentó a Josephine que se veía exagerada y rara en la gran pantalla debido a su inexperiencia como actriz. A pesar de eso lo intentaría de nuevo con Zou Zou (1934) o La Princesa Tam Tam (1935), entre otras. La diva se encuentra inmersa en una carrera artística de infarto. Una mujer americana de color que se pasea por los Campos Elíseos con coches de lujo y valiosas joyas, con mascotas exóticas -y cuando digo exóticas me refiero a un leopardo, una culebra, un chimpancé o un loro- y hasta firma un acuerdo con una compañía para vender cremas para el pelo de unas parisinas que ya copiaban a Josephine en peinados y hasta en oscurecer su blanca piel.
En 1928 Josephine Baker se va de gira con Pepito. El pistoletazo de salida fue en Viena, Austria, donde la supuesta superioridad racial de la Alemania nazi predominaba y no logró captar buenas críticas una mujer de color con un espectáculo lleno de exóticas y sensuales danzas, era escandaloso y pecaminoso para un público tan sedentario y cerrado. Pero cual fue la sorpresa cuando en el teatro Johann Strauss de Viena, tras los abucheos previos al día de la actuación, Josephine apareció en el escenario sin su habitual ropaje nudista y ataviada con un modelo abotonado hasta el cuello. Decidió cantar por primera vez ante el público sus melodías de jazz que ya había grabado para el sello Odeon de Paris, embelesando a un auditorio hipnotizado ante la actuación. La gira prosiguió en Rumania, Hungría, Yugoslavia, Alemania y Dinamarca obteniendo grandes éxitos y polémicas. Josephine y Pepito empapados del racismo y segregacionismo de Europa deciden escribir un libro llamado “Mi sangre en tus venas” que se convertiría en todo un éxito de ventas.
Ya había empezado su andanza profesional en el jazz mientras estaba de gira, pero fue a raíz de su vuelta a París, cuando grabó para Columbia Récords seis canciones con las que empezó a distinguirse seriamente en este género. Es en este momento cuando se cuenta que mantuvo un corto romance con el rey de Suecia Gustavo VI Adolfo (1882-1973) cuando él aún era príncipe y estaba prometido con Lady Louise Mountbatten, futura reina de Suecia. Rumores a parte, la Baker –como la llamaron en alguna ocasión- estaba hasta en la sopa. Cualquier obra social, evento, acontecimiento o acto benéfico llevaba su nombre. ¡Hasta el Tour de Francia era precedido por ella! París sufría a comienzos de los años 30 una fiebre bakerista sin lugar a dudas. El mismísimo Albert Einstein la felicitó en su camerino tras una actuación.
Regresó a los Estados Unidos en 1936 a los veintinueve años de edad, motivada por la invitación para actuar en Broadway, New York. Allí en la ciudad de los rascacielos decidió romper con Pepito, hasta entonces, su relación más larga. Aprovechando su estancia en tierras americanas, visitó brevemente a su familia en St. Louis y se volvió a marchar a Francia. Es curioso, en su tierra no la querían por ser de color. La gente se suicidaba ante la Gran Depresión que sufría Estados Unidos mientras ella, tanto por giras, publicaciones en revistas, libros o discos se había convertido en toda una magnate de la moneda. Quizá por esto a su vuelta se hizo ciudadana francesa, agradecida al público parisino y sintiéndose una hija verdadera para ellos.
En 1937 conoce a un judío adinerado con el que contrae matrimonio, Jean Lion, un joven de 27 años que destaca como empresario. Alquilan el castillo francés Les Milandes donde se van a vivir. Josephine queda embarazada pero sufre un aborto lo que rompe la relación.
La Segunda Guerra Mundial estalla. Uno de septiembre de 1939. El tercer reich inicia la invasión de Polonia. Gran Bretaña y Francia le declaran la guerra a Alemania. Adolf Hitler sueña con un imperio mundial. Josephine Baker, símbolo de la liberación femenina y los derechos civiles, decide unirse a la Resistencia Francesa. La idea del exterminio de toda raza no aria le hacía estremecer. Los nazis iban a por ella. Un político y militante alemán, Hermann Göring, intenta matarla en una ocasión envenenándola. Al parecer la Resistencia Francesa le quiso tender una trampa a Hermann usando a Josephine como anzuelo. A raíz del envenenamiento se le calló el pelo y tuvo que usar pelucas desde entonces. Con el director de orquesta francés Jo Bouillon decide hacer una gira en 1944 para entretener a las tropas aliadas. Tan bien le supo a Josephine la experiencia con Jo Bouillon que terminó enamorada de él. Al terminar la guerra el general y futuro presidente de la república francesa Charles de Gaulle, condecora a Josephine Baker con la “Cruz de la guerra” y la “Roseta de la resistencia”.
En 1949 se casa con Bouillon con el que vuelve al castillo que en su día había alquilado. Lo encuentra en ruinas tras la guerra, lo compra y lo reforma para usarlo como segunda residencia y finalmente abrirlo al público. Con Bouillon comienza a acoger a “la tribu del arco iris”, doce huérfanos de etnias diferentes que fue adoptando entre 1955 y 1962, un sueño que Josephine tenía en la cabeza desde hacía tiempo. En esta época regresa a Estados Unidos con la firme intención de luchar por los derechos civiles y contra la discriminación racial. Tras divorciarse de Jo Bouillon y pasar unos años con problemas financieros y algún que otro susto como un ataque al corazón en 1964, conoce a Robert Brady, un artista norteamericano antiguo amigo suyo. Nunca se casó con él legalmente pero se puede decir que fue un matrimonio espiritual como ellos eligieron que fuera.
El 8 de abril de 1975 una Josephine Baker de sesenta y ocho años de edad se dispone a celebrar sus 50 años de carrera. Presenta en el teatro Bobino de París la revista musical Josephine, un espectáculo lleno de secuencias de su vida. Entre el público personalidades como Sophia Loren que se rinden a los pies de la Perla Negra. Quizá por el esfuerzo, por la edad… por una vida tan llena de sobresaltos, éxitos y lucha, pocos días mas tarde, el 12 de abril de 1975 murió de una hemorragia cerebral. El funeral fue majestuoso. Desfiló por las calles de París entre aglomeraciones de gente y le otorgaron honores militares siendo la primera mujer norteamericana en recibir tal condecoración.
Fin.
e.
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